El diseño es un elemento clave en la construcción de una economía regenerativa, dado que es en esta fase cuando se toman las decisiones que definen el producto, servicio o modelo de negocio y, por lo tanto, son concluyentes para controlar los impactos del proceso y del resultado final.
El diseño es el punto de inicio de cualquier proyecto, y en la economía circular adquiere gran protagonismo, por ser motor de la innovación sostenible. El diseño circular trabaja en toda la cadena de valor de una iniciativa. No solo a través de metodologías como el eco-diseño, con la que se reducen los impactos ambientales en los procesos de producción. Atiende, también, a la eficiencia en la utilización –evitando el desperdicio-; su durabilidad -evitando la obsolescencia programada-; la búsqueda de nuevos usos a los productos, sus componentes o sus materiales, de manera que se mantengan en el sistema como elementos útiles y que aporten valor durante el mayor tiempo posible.
El diseño circular contempla, además, trabajar para conseguir nuevos modelos constructivos y de espacios, así como, en el caso del diseño gráfico y la comunicación visual, lograr la transmisión de los valores circulares y conectarlos con consumidores y usuarios.
Todo ello, sin olvidar que el diseño es, además, muy útil en su vertiente más estratégica -por ejemplo, a la hora de definir servicios y nuevos modelos de negocio-.
La integración del diseño circular en las dinámicas de las empresas permitirá construir organizaciones más innovadoras, diversificadas, sostenibles y competitivas.
Para conseguirlo, es clave profundizar en el rol del diseño en la transformación circular y contar con profesionales cuya formación y especialización permiten el desarrollo de estrategias, proyectos y procesos sostenibles en las empresas.