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01/10/2020

TEXTO DE

Olivia Fontanillo. EnCircular

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The Spanish Circular Economy Strategy: Building a more sustainable and competitive system

España es uno de los países europeos con mayor déficit en la relación entre producción y utilización de recursos naturales: su consumo anual supera ya en 2,5 veces la capacidad de regeneración en su territorio -frente al 1,7 de media global-. Esto supone una gran dependencia de mercados exteriores y una pérdida en términos de eficiencia y competitividad. Una dependencia que ha quedado en evidencia durante la crisis sanitaria y económica provocada por la irrupción del coronavirus Covid-19.

Esta realidad contrasta con las condiciones -geográficas, climáticas, de conocimiento y desarrollo tecnológico y concienciación y compromiso de sector público, privado y ciudadanía- que sitúan a nuestro país como uno de los mejor preparados y con mejores condiciones para abordar la transición desde el actual modelo lineal de producción y consumo -extraer, producir, usar y tirar- hacia un modelo en circular -que busca la máxima eficiencia en el uso y consumo de materiales y productos, incrementando la sostenibilidad y competitividad de las empresas y la economía en general-. (Ver ‘España en el mapa europeo de la economía circular’).

En este contexto, la ‘Estrategia Española de Economía Circular. España Circular 2030’ se alinea con los objetivos de los dos planes de acción de economía circular de la Unión Europea -de 2015 y 2020-, el Pacto Verde Europeo y la Agenda 2030. En concreto, el objetivo del Gobierno es “sentar las bases para para superar la economía lineal e impulsar un nuevo modelo de producción y consumo en el que el valor de productos, materiales y recursos se mantengan en la economía durante el mayor tiempo posible, en la que se reduzcan al mínimo la generación de residuos y se aprovechen con el mayor alcance posible los que no se pueden evitar. Esta estrategia contribuye, así, a los esfuerzos de España por lograr una economía sostenible, descarbonizada, eficiente en el uso de los recursos y competitiva”, objetivos que cobran especial relevancia en el actual contexto de crisis económica por el impacto de la pandemia.

En la EEEC se hace una llamada de atención a concentrar esfuerzos en el inicio de la cadena productiva, “en la fase de diseño para lograr la durabilidad del producto combatiendo la obsolescencia programada e impulsando la servitización, su reutilización, reforma, reciclado y reprocesamiento de los componentes. De este modo, la fase de final de ciclo irá requiriendo menos esfuerzos de gestión conforme la economía se vaya ‘circularizando’”.

En esta línea, los principios generales que inspiran la EEEC son “protección y mejora del medio ambiente; acción preventiva; descarbonización de la economía; el principio de ‘quien contamina paga’; protección de la salud; racionalización y eficiencia; cooperación y coordinación entre las Administraciones Públicas; participación pública; desarrollo sostenible, solidaridad entre personas y territorios; integración de los aspectos ambientales en la toma de decisiones; mejora de la competitividad de la economía, y generación de empleo de calidad”.

De los ejes de actuación sobre los que se centrarán las políticas e instrumentos de la Estrategia de Economía Circular y sus correspondientes planes de actuación, destacamos el primero de ellos, vinculado a la producción, pues tal y como se recoge en el documento oficial: “Desde la concepción de los productos, su diseño, hasta su fabricación, se puede facilitar que sean más fácilmente reparables, con mayor vida útil, actualizables, y que, cuando éstos lleguen al final de su vida útil, generen menos residuos o, en su caso, sean fácilmente reciclables”.

Además, se enumeran otros ejes prioritarios, como el cambio a un modelo de consumo más responsable, que incluya el acceso a servicios; la gestión de residuos; el uso de las materias primas secundarias, y la reutilización y depuración del agua.

Entre los objetivos cuantitativos a alcanzar en 2030, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico destaca:

  • Reducir en un 30% el consumo nacional de materiales en relación con el PIB, tomando como año de referencia el 2010.

  • Disminuir la generación de residuos un 15% respecto de lo generado en 2010.

  • En el caso de los residuos de alimentos, recortarlos en toda cadena alimentaria: 50% de reducción per cápita a nivel de hogar y consumo minorista y un 20% en las cadenas de producción y suministro a partir del año 2020.

  • Incrementar la reutilización y preparación para la reutilización hasta llegar al 10% de los residuos municipales generados.

  • Mejorar un 10% la eficiencia en el uso del agua.

  • Bajar la emisión anual de gases de efecto invernadero por debajo de los 10 millones de toneladas de CO2 equivalente.

Para alcanzar estas metas cuantitativas, la EEEC define ocho líneas principales de actuación, en las que se centrarán los futuros planes de actuación, las políticas e instrumentos, “cinco de ellas relacionadas con el cierre del círculo: producción, consumo, gestión de residuos, materias primas secundarias, y reutilización del agua. Y las tres restantes, con carácter transversal: sensibilización y participación, investigación, innovación y competitividad, y empleo y formación”.

El documento menciona como “políticas clave para avanzar en economía circular las políticas económica, de fiscalidad, empleo, I+D+i, de consumo, la política industrial, del agua, agraria y de desarrollo de áreas rurales”.

La EEEC plantea una visión a largo plazo y se irá concretando en sucesivos planes de acción trienales, que recogerán políticas y medidas concretas. La aprobación del primero está prevista para finales de 2020 y abarcará el período 2021-2023. Estos planes permitirán ir evaluando y adaptando las políticas, medidas y herramientas concretas a aplicar para alcanzar los objetivos perseguidos. Los indicadores serán los definidos por las autoridades europeas, de manera que pueda compararse la situación y evolución entre países.

Aunque se trata de una estrategia con visión transversal, se identifican seis sectores prioritarios en los que incorporar este reto para una España circular, por sus impactos en términos medioambientales -por extracción de materias primas o efectos contaminantes-: construcción, agroalimentario, pesquero y forestal, industrial, bienes de consumo, turismo y textil y confección.

Enfoque multidisciplinar e inclusivo

La aprobación de la Estrategia Española de Economía Circular ha llegado cinco años después de la estrategia europea ‘Cerrar el círculo: un plan de acción de la UE para la economía circular’, y tras más de dos años de tramitación -el primer borrador se presentó en febrero de 2018-.

El Gobierno destaca que la adopción de la EEEC “estaba prevista en la Declaración de Emergencia Climática y ambiental aprobada en enero de 2020, que la incluye entre las líneas prioritarias de actuación, y es coherente con el proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que fija un objetivo de alcanzar la neutralidad climática a más tardar en 2050”.

El Ministerio de Transición Ecológica destaca que “el enfoque multidisciplinar e inclusivo de la Estrategia requiere incorporar la perspectiva de las diferentes Administraciones y unidades para que mantenga una visión completa y transversal en las políticas sectoriales implicadas, así como de los agentes sociales y económicos De este modo, la EEEC plantea un modelo organizativo conformado por varios comités: una Comisión Interministerial de Economía Circular, con representantes de los ministerios afectados, a la que le corresponderá evaluar y hacer las propuestas sobre las políticas y medidas a incorporar en las políticas sectoriales, así como realizar el seguimiento y evaluación de los sucesivos planes de acción en materia de economía circular, y en definitiva de la Estrategia; un grupo de trabajo en el seno de la Comisión de coordinación en materia de residuos, con representantes autonómicos y locales, como administraciones con potestad para completar la legislación básica y ejecutar tales medidas, y un Consejo de Economía Circular, como espacio de colaboración público-privada con todos los agentes económicos y sociales y otros sectores implicados en el cambio de modelo”.

En este sentido, afirma que “la consecución del reto de lograr la transición hacia la economía circular requiere de la colaboración, participación e implicación de toda la sociedad, no solo de las Administraciones Públicas, sino también de todos los sectores económicos -fabricación, producción, distribución y gestión de residuos-, que han de incorporar la innovación como elemento clave para la consecución de los objetivos propuestos. Además, la Estrategia prevé que jueguen un papel central los agentes sociales y, muy especialmente, los consumidores y ciudadanos, cuyas decisiones de compra de productos, así como su compromiso con la separación de residuos, son fundamentales”.

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