El mundo sigue retrocediendo en su camino hacia una economía circular. Según el Circularity Gap Report 2025, elaborado por Circle Economy junto a Deloitte Global, solo el 6,9% de los 106.000 millones de toneladas de materiales que mueve cada año la economía mundial provienen de fuentes recicladas. Una cifra que supone un descenso de 2,2 puntos porcentuales desde 2015, cuando la tasa de circularidad global alcanzaba el 9,1%.
El informe confirma un hecho inquietante: el consumo de materiales crece más rápido que la población mundial y los sistemas actuales de reciclaje no dan abasto. A pesar de que entre 2018 y 2021 el uso de materiales reciclados aumentó en 200 millones de toneladas, el ritmo de extracción y consumo de materias primas vírgenes lo superó con creces, anulando cualquier avance real.
La conclusión es clara: reciclar más ya no basta. Para invertir la tendencia, se requiere una transformación sistémica que vaya mucho más allá de las mejoras técnicas en la gestión de residuos.
Más allá del reciclaje: reducir, rediseñar, repensar
El informe marca un punto de inflexión al proponer un nuevo enfoque: reducir el consumo total de materiales y rediseñar productos, procesos e infraestructuras para que sean sostenibles desde el origen.
Entre las medidas propuestas se encuentran:
- Priorizar el uso de materiales reciclados frente a los extraídos.
- Mejorar la eficiencia de los recursos en toda la cadena de valor.
- Apostar por el diseño modular, reparable y duradero.
- Establecer objetivos globales de circularidad con respaldo político y financiero.
- Invertir en infraestructuras de recogida, tratamiento y reutilización adaptadas a los nuevos retos.
Uno de los datos más reveladores del informe es que, si se reciclasen todos los materiales posibles actualmente -algo inviable en la práctica por limitaciones tecnológicas y económicas-, la tasa de circularidad global podría subir hasta el 25%. Pero aún así, esto sería insuficiente sin una reducción radical en la demanda de materiales.
Además, la mayoría de los materiales reciclados provienen de residuos industriales y de demolición. El papel de los residuos domésticos sigue siendo muy limitado: solo el 3,8% del material reciclado global procede de los objetos que los consumidores usan y desechan en su día a día.
Una llamada a la acción
Para la directora general de Circle Economy, Ivonne Bojoh, la magnitud del desafío exige una implicación colectiva y profunda. “Nuestro análisis es claro: incluso en un mundo ideal, no podríamos resolver la triple crisis planetaria por mero reciclaje. Es necesario un cambio sistémico. Esto significa desbloquear el potencial circular en stocks como edificios e infraestructuras, gestionar la biomasa de manera sostenible y dejar de enviar materiales perfectamente renovables a los vertederos. Todos debemos tomar decisiones diferentes, ser valientes e invertir para implementar soluciones circulares a lo largo de las cadenas de valor”.
Sus palabras reflejan una realidad incómoda: no hay soluciones fáciles ni rápidas. La transición hacia una economía verdaderamente circular exigirá repensar el modelo de producción, consumo y desecho que ha dominado durante décadas.
La oportunidad política y empresarial
El informe también lanza un mensaje claro a gobiernos y empresas: quienes apuesten ahora por la circularidad no solo estarán protegiendo el planeta, sino también asegurando su resiliencia económica y competitividad futura.
Entre las recomendaciones dirigidas a los responsables políticos, se destaca:
- Establecer objetivos nacionales y globales de economía circular.
- Desplazar la presión fiscal desde el trabajo hacia el uso de materiales.
- Reorientar subsidios que actualmente perpetúan modelos lineales.
- Financiar iniciativas circulares que promuevan la innovación y el empleo verde.
Para las empresas, recomienda adoptar una mentalidad circular, dado que «puede traducirse en ahorro de costes, acceso a nuevos mercados, fidelización de clientes y una mayor capacidad para adaptarse a los desafíos del futuro».
Colaboración o colapso
El informe concluye subrayando la necesidad de una colaboración internacional decidida, tanto entre gobiernos como entre actores privados. Abordar el uso de recursos y reducir la presión sobre el planeta no es solo una cuestión técnica: es una decisión política, económica y ética que determinará la sostenibilidad del sistema global.
Si el mundo quiere volver a avanzar en circularidad, debe actuar ya. No basta con reciclar más: hay que consumir menos, rediseñar todo y replantear lo que entendemos por progreso.
Acceso al informe ‘The Circularity Gap Report 2025’, en este link.