Alcanzar la prosperidad económica y social dentro de los límites naturales de nuestro planeta, garantizando un desarrollo sostenible, es el fin global al que aspiran tanto los ODS de la Agenda 2030 como la Economía Circular. Ambas propuestas, de hecho, están alineadas y se complementan y deben abordarse de forma conjunta para garantizar los resultados óptimos para el planeta y las personas que en él habitan.
De hecho, la implantación de una economía en circular es una de las líneas estratégicas clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) -aprobados por las Naciones Unidas el 25 de septiembre de 2015-, que define una hoja de ruta, una estrategia y unos objetivos compartidos de forma universal para abordar los grandes retos globales de la humanidad y avanzar hacia una economía más responsable e inclusiva. No se dice solo lo que se debe hacer, sino, también, cómo hacerlo.
Y en ese ‘cómo hacerlo’ es donde los principios y las prácticas englobados en un modelo de economía en circular se convierten en herramienta imprescindible. Los grandes pactos y compromisos multilaterales -como el Acuerdo de París, que plantea objetivos concretos para mitigar el cambio climático- se han demostrado ineficaces si no se aborda un cambio real de modelo, con implicación real de todos los agentes -públicos, privados y ciudadanía-.
A su vez, los avances en la implementación de los ODS contribuirán a consolidar ese nuevo paradigma económico en circular y abandonar, definitivamente, el insostenible sistema lineal -extraer recursos, producir, usar y tirar-, que ha generado impactos negativos sobre el medio ambiente, la redistribución de recursos y riqueza y el bienestar de las personas.
El estudio ‘La relevancia de las prácticas de economía circular para los Objetivos de Desarrollo Sostenible’, dirigido por Patrick Schroeder y publicado en 2018 por el Journal of Industrial Ecology (Universidad de Yale), concluye que casi todos los ODS contemplan metas que están vinculadas, directa o indirectamente, con la economía en circular. De hecho, destaca que solo 35 de las 169 metas definidas en la Agenda 2030 “no tienen ninguna relación” con la misma o “su relación es débil”.
El nuevo modelo reparador, regenerativo y más sostenible que supone una economía en circular enlaza de forma directa con el ODS 12, centrado en producir y consumir de forma más responsable, con metas directamente dirigidas a un uso más eficiente de los recursos naturales y la energía, la reducción de residuos y su tratamiento y reciclaje. Pero no es el único ODS vinculado directamente a un modelo económico en circular. También el ODS 6 (agua limpia y saneamiento), el ODS 7 (energía asequible y no contaminante), el ODS 8 (trabajo decente y crecimiento económico), el ODS 9 (industria, innovación e infraestructura), el ODS 11 (ciudades y comunidades sostenibles), el ODS 13 (acción por el clima), el ODS 14 (vida submarina) y el ODS 15 (vida de los ecosistemas terrestres) se verán beneficiados por el cambio de sistema.
Indirectamente, y dada la visión transversal con que se han definido los ODS, los avances en estos objetivos impactarán, a su vez, de forma positiva en los progresos en los ODS 1 (fin de la pobreza), ODS 2 (hambre cero) y ODS 3 (salud y bienestar de todas las personas).
A su vez, según el estudio dirigido por Schroeder, “si se progresa en la consecución de las diferentes metas de los ODS, hasta otros cuatro objetivos más contribuirían a la economía circular: ODS 4 (educación de calidad); ODS 10 (reducción de las desigualdades); ODS 16 (paz, justicia e instituciones sólidas), y el ODS 17 (alianzas para lograr los objetivos)”. En sus conclusiones, subraya que, para avanzar en la implantación de las prácticas y modelos de negocio basados en la economía circular, “es crucial establecer sinergias con el ODS 4, para construir las habilidades y capacidades necesarias para implantarlos, escalarlos y replicarlos”, así como el papel del contexto y las alianzas que persiguen los ODS 16 y 17.
Solo desde una implicación activa y el esfuerzo conjunto de gobiernos, empresas y ciudadanía será posible el éxito en esa transición hacia modelos sostenibles económica, social y medioambientalmente, integradores y generadores de bienestar para todos.
Estudio ‘La relevancia de las prácticas de economía circular para los Objetivos de Desarrollo Sostenible’, pág. 12. Patrick Schroeder et al. Journal of Industrial Ecology (Yale University). 2018